Es tal el asco que siento hacia este hombre que no puedo esconderlo y pensar fríamente. Lou duda entre irse o quedarse.
— Vamos — la animo — vete.
Se disculpa con la mirada y sale corriendo. Esquiva al soldado alejándose lo máximo posible de él.
— Abróchese el cinturón soldado — ordeno en cuanto nos quedamos solos.
Agradezco enormemente que Lou se haya dejado la puerta abierta y que este hombre esté tan enfermo como para no haberse dado cuenta. Si las cosas no salen como espero que lo hagan, puedo darle un rodillazo y salir corriendo.
— ¿Me acabas de dar una orden? Estúpida niña piojosa...
Doy un paso hacia él. No puedo perder este pulso de fuerza y autoridad, si lo hago estoy perdida. Estos lobos son todos iguales, distintas pieles y mismas intenciones.
— La princesa Katherine acaba de darle una orden y si sabe lo que le conviene, se pondrá su cinturón y hablaremos de negocios tranquilamente.
Clava al instante una rodilla en e