Capítulo 61

Alondra no podía evitar sentir picor en su garganta al escuchar aquel nombre que le traía sublime y dolorosos recuerdos a la vez.

—Soy Alondra —respondió con aquellos ojos aceitunados que arrastraban de nuevo gran melancolía—. Es un placer tenerte con nosotros —refirió—. Mi esposo es Álvaro, tu abuelo —indicó divisando a su atractivo marido.

—Hola —contestó la niña observando al señor. 

—¿Cómo estás? —El abuelo se acercó y extendió su mano para saludarla, deseando poder abrazarla, pero no estaba seguro de que la pequeña se sintiera cómoda ante aquella efusividad—, no tarda en llegar tu tía Andy —refirió—. Estoy seguro de que con ella y sus visitas, no te aburrirás. —Sonrió.

 

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