Minutos después, el timbre de la casa sonó, y las niñas corrieron emocionadas a recibir al invitado. Beca y Bella abrieron la puerta, y Lucca, acompañado de su hijo Marco, entró en la casa.

Ya dentro, Lucca les entregó regalos a cada una, y las niñas, rebosantes de alegría, se dirigieron a la sala para abrirlos. Al hacerlo, descubrieron la última muñeca Barbie del mercado. Estaban tan encantadas que se acercaron a Lucca y le dieron un beso de agradecimiento.

—Niñas, ¿qué deben decirle al tío Lucca? —preguntó Abi, observando emocionada la escena. No podía creer cuánto había cambiado Lucca y las cosas que estaba haciendo para ganarse el cariño de sus hijas. No le sería difícil, ya que las gemelas eran las niñas más dulces y amables que uno pudiera imaginar.

—¡Muchas gracias, tío Lucca! —dijo Bella, radiante de felicidad.

—Las muñecas son maravillosas, tío. Las cuidaremos mucho y jugaremos con ellas —añadió Beca, con entusiasmo.

—Me alegra que les haya gustado. No sabía qué regalarle