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Jandé está sensible con la parte del divorcio con Darío, ahora que Imanol le ha dado a entender que ella no es agradable. Justo entonces es cuando recuerda las veces que su esposo le mencionó que no valía nada para él ni para sus padres que la borraron de su vida. Ahora se siente mucho peor porque cree que a los ojos de todos los hombres no es la indicada.

Con sus últimas palabras, se puso de pie y se dirigió a la puerta. Solo faltan unos minutos para que la hora de salida se llegue y a ella no le importa incumplir en ese detalle. Tampoco se detuvo cuando su jefe le gritaba que dejara de actuar como una niña.

―¡Jandé, he dicho que te detengas! ―exclamó Imanol y corrió tras de ella para detenerla, sin imaginar lo que sucedería.

―¡Ah! ¡Pendejo, mira bien por dónde te vas a pisar! ―rezongó Jandé, sosteniendo una parte de la blusa que ha dejado sus pechos al descubierto.

―Lo siento, Jandé, no ha sido mi intención de …

―Cierra los ojos y voltéate, me has arruinado mi blusa. ¡Maldito, p
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