Un día más
Un día más
Por: Serazor
Prólogo

El agua, apacible, fluía con tranquilidad a metros de mí. La luna se reflejaba en su elegante movimiento bañándola de su luz plateada y otorgándole un aire fantasmal. El cielo despejado se vestía de estrellas repartidas por el firmamento, todas y cada una de ellas regalándonos un poco de su brillo cada noche, pero siendo opacadas e ignoradas por quienes deberíamos admirarlas.

Doy un paso adelante acercándome a la orilla. No sé cuantos metros de altura me separan del río que corre bajo esta vía, pero sé que serían suficientes para cumplir mi cometido.

A mi espalda los autos van y vienen, molestando con el rugir de sus motores; de vez en cuando escucho el sonido de alguna canción que se aleja junto con el automóvil hasta desaparecer. Ja, curioso, no conozco ninguna de esas canciones.

Cierro los ojos saboreando el momento; mi respiración está tranquila a pesar de mis acelerados latidos; mis píes, como clavados al suelo, se encuentran fríos y pesados ignorando las ordenes de mi cerebro y negándose a cumplir mi deseo. Simplemente se quedan ahí, de pie, sin querer dar su último paso.

Ese último paso es lo que me ha traído aquí, sería tan sencillo darlo... Y a la vez es tan complicado. Sólo un paso bastaría para dar fin esta insignificancia a la que llamamos vida, sólo un pasó y todo quedará olvidado.

Por favor, que alguien me ayude a dar este paso.

"Suicidio" le dicen algunos, "Liberación" le diría yo. Recuerdo haber escuchado a una mujer que, casi de manera despectiva y burlona, preguntó por qué alguien se suicidaría, considerando que era una acción sin sentido, digna sólo para débiles; pero ella no lo entiende, nadie lo entiende.

¿Quién puede entender la tortura de vivir sin vivir? Sentir que nada te ata a este mundo, nada te impulsa o motiva a salir de la cama y sonreírle al nuevo día. Odias tu pasado, te duele el presente y le temes al futuro. Ves tus problemas acomodados hombro con hombro, sonriéndote burlonamente, pero entre ellos no se encuentra una solución; puedes tratar de rodearlos y buscar por detrás, pero sabes que tampoco estará ahí. Muchos ven una luz al final del túnel, una llama que les brinda calor; yo sólo veo largas y frías paredes sin fin, tal vez llevándome a un eterno laberinto hasta el día de mi muerte. Sentir que ya no tienes sentimientos, eres incapaz de amar, odiar, extrañar, o desear; nada te hace feliz, así que olvidas como se siente; pero a la vez no estás triste... O tal vez llevas tanto tiempo atado a la tristeza que ya no sabes diferenciarla. Se convierte en tu estado natural.

¿Quién puede entender algo así?

La vida debería ser una oportunidad, una esperanza, un sueño, una ilusión, una motivación; no una maldita cadena.

Podría continuar toda la noche reflexionando sobre los motivos que me han llevado a esta decisión, y discrepando sobre la ignorancia de aquella mujer, pero sería retrasar aún más el momento del fin que tanto he estado esperando.

Doy otro paso luchando contra mis gélidas piernas, quienes parecen saber lo que les espera y oponen resistencia. Ahora un soplo del viento bastaría para hacerme caer de una vez por todas, pero no será el viento quien decida mi destino; voy a hacerlo yo.

A lo lejos escucho un grito, pero lo ignoro; llevo muchas noches ignorando los gritos de mi alma. No derramo lágrimas ni quejidos a pesar del nudo en mi garganta. Las arcadas luchan por salir, pero las controlo con indiferencia, tal como hago cada amanecer. Mis gritos de auxilio se ahogan en mi mente. Mis últimos pensamientos son vacíos e inocuos, mi mente se encuentra en coma y no parece querer despertar. No estoy triste, pero tampoco feliz; no estoy emocionado, pero tampoco asustado. Ya no siento nada. Ya no soy nada

Ahora tengo fuerzas para dar ese último paso.

⸻ ¡ESPERA!

Un grito lejano rompe el silencio de la noche y de mi mente. Su provenir es desconocido. Ante mis ojos yace el seductor río de donde ningún alma podría llamarme.

⸻ ¡Escucha!

Por fin caigo en la cuenta. Una mujer se acerca a mí caminando por la orilla del puente que me daría descanso. Se acerca con cuidado, levantando ambos brazos y observándome con precaución. O eso me parece detectar, su rostro al igual que su ropa, está a oscuras. La luna se oculta tras una densa nube y sólo la pobre luz de una farola de la carretera nos ilumina lo suficiente para mostrarme su contorno. El resto de ella es una sombra en la oscuridad.

A paso lento se acerca a mí, con precaución y cuidado.

⸻No lo hagas ⸻dice⸻. Sea cual sea la razón que te impulsa a hacerlo, no lo hagas.

¿Quién era esta desconocida que había llegado evitando los deseos más profundos de mi ser? No se puede impedir le muerte de quien ya no pertenece a este mundo. Mi alma abandonó los espacios terrenales hace ya mucho tiempo.

⸻No iba hacer nada ⸻Le respondo con estupidez. Algo en mí me impide decir "iba a saltar". Las palabras se alejaban de mis labios y se atoraban en el nudo en mi garganta. Decirlo sería aceptar una verdad no escrita, un hecho innegable. Un pacto firmado con sangre en el que la muerte era el único beneficiado.

⸻Sí, claro. ⸻responde⸻. Por favor baja de allí.

Nos quedamos en silencio. Tengo la certeza de que ella, al igual que yo, no sabe qué hacer.

Los humanos nos caracterizamos por nuestra indiferencia. Observamos el maltrato animal como un acto despreciable mas no merecedor de nuestra atención, pues no hacemos nada al respecto. Contemplamos robos, asesinatos, secuestros y demás crímenes de baja humanidad sin mostrar siquiera conmiseración por las desdichadas víctimas. Decimos "lastima" "lo siento" y volteamos la mirada argumentando que tenemos nuestros propios asuntos. Cada día vemos la miseria de la vida sin importarnos actuar en contra. ¿Por qué no podía esta mujer aceptar su naturaleza y marcharse para dejarme solo con mi deseo mortal?

⸻¿Quién eres? ⸻Le pregunto

⸻Mi nombre es Ángela. Ángela Gamboa ¿y tú?

⸻Vete. Déjame sólo

⸻Me parece que ya estás sólo ⸻Puntualiza⸻. No me iré, así como tú no saltarás. Puede sonar tonto y como un cliché, pero déjame ayudarte, por favor. No tienes porque hacer esto.

Sí. Sonaba tonto.

⸻No necesito tu ayuda, estoy bien. Solo quería.

⸻Sí claro, "bien". Ambos sabemos lo que estabas por hacer, y ambos sabemos que voy a evitarlo

No sé que responder a eso.

Todo es tan irreal y a la vez tan cierto. Aquí estoy, a un paso de comprobar la existencia del edén y a pocos metros de esta desconocida y su inoportuna interrupción.

El silencio de la noche es implacable. Los árboles se mecen con el ondear del viento, el río fluye impasible e ignorante de lo que sucede sobre él, las nubes recorren el cielo ocultando la Luna y con ella, nuestro único y pequeño refugio de luz.

⸻ ¿Y bien? ⸻Me pregunta con impaciencia

⸻ ¿Qué es lo que quieres?

⸻Evitar que saltes.

⸻No tienes por qué hacerlo. Podrías irte simplemente, seguir con tu vida, olvidar que estuviste aquí alguna vez y los días se encargarán de sacarlo de tu mente. No nos conocemos, nadie te asociará conmigo. Nada te obliga a estar aquí, perdiendo el tiempo. Si quieres ayudar, márchate, eso es lo que quiero, es lo único que te pido...

Me mira unos segundos ⸻o eso creo, su rostro sigue oculto en las penumbras⸻ y tras un calmado suspiro se sube a la orilla del puente, a mi lado, y me toma de la mano. Su tacto es cálido y tranquilo, sin ninguna muestra de temblor símbolo del miedo.

⸻Me equivoqué hace poco; no estás sólo, estás conmigo. Estamos juntos en esto. ¿Quieres saltar? Bien, acabemos con esto. Pero tendrás que llevarme contigo. Si tú saltas, yo también. Toma la decisión.

¿Piensa ella que todo es un juego? ¿Qué puede venir y saltar sin más? Se burla de mí, puedo sentirlo. La oscuridad debe ocultar su sádica sonrisa resultado de su burla. No estoy aquí en busca de atención o ayuda, de haberlo querido hubiera amenazado con saltar de un edificio, donde un público me gritaría palabras de apoyo a mis pies; algunos me verían con lástima, otros con curiosidad y otros con mórbido interés. No quiero nada de eso. Vine en búsqueda de paz y privacidad.

A segundos de recriminarle su desquiciada actitud, un auto pasa a nuestro lado iluminando por segundos el rostro de la mujer. En ella no se ve ninguna muestra de sonrisa, pero sus ojos me impactan y enmudecen. Brillan, brillan con una determinación sobrecogedora. Sintiendo el pulso de su mano enlazada con la mía, pude ver el brillo de la verdad, el brillo de la determinación.

No estaba jugando.

⸻No sé qué pretendes lograr con esto ⸻Le digo.

⸻Lo mismo podría decirte.

⸻Suéltame.

⸻No.

⸻ ¡Suéltame!

Un pequeño forcejeo de mi manó bastó para hacernos perder el equilibrio. Su cuerpo se balanceó peligrosamente sobre el borde del puente y estuvo a segundo de caer. Jalo de su mano, evitando la caída, ella se abalanza sobre mí y juntos caemos hacia el interior del puente, golpeando con fuerza el pavimento. Su respiración es entrecortada por el susto y nuestras manos siguen apretadas con fuerza.

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