—Yo… no te odio. Vamos a mi auto, te sacaré de aquí, que alguno de tus empleados se encargue del tuyo — él intenta tomarme del brazo nuevamente, me alejo de él.
—¡No te necesito Lorenzo! ¡Ya me cansé de suplicarte una explicación! ¡Ahora soy yo la que te quiere lejos! ¡Muy lejos de mí! — le grito.
M