Molly Goldberg
Me masajeo la sien cuando el dolor de cabeza aumenta, todo lo de anoche ha sido muy fuerte, verdades se descubren, mi angustia crece cada vez que repaso lo que ha sucedido. Tocan la puerta, no levanto la mirada porque estoy concentrada en aliviar el dolor con ese masaje. Vuelven a tocar, entonces anuncio que pueden entrar.
La puerta se abre y escucho a Helen entrar con el ruido de sus tacones.
—Lo siento, ¿Sigues con el dolor de cabeza? —pregunta preocupada, levanto la mirada y asiento.
—He amanecido con el dolor y no hay nada hasta ahora que me lo pueda quitar.
— ¿Quieres que te traiga otro tipo de medicamento? ¿Algo más fuerte? —niego.
—Dime. —corto. Helen se endereza.
—Oh, sí.