Capítulo 29. Una amenaza

La mujer caminó con la bandeja del desayuno hacia la nueva habitación de Carolina. Había pasado una semana exactamente desde esa noche que conoció a Fernando García. Por más que intentaba escapar, le era imposible. Uno de los hombres que custodiaba la habitación del ala este de la mansión, introdujo el código para que la puerta se pudiera abrir. –Sí, Fernando lo que más le apasionaba era la tecnología- la puerta se abrió y ella entró, se detuvo la mujer y escuchó que la puerta se cerró a su espalda.

—Buenos días, señora García—Carolina no dijo nada, siguió mirando por la gran ventana desde el sillón del rincón, tenía los pies arriba y los rodeaba con sus brazos, tenía la mirada perdida en la vista, podía ver el amanecer                                         

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