Laia.
Hice lo que me pidió y mi corazón estaba desesperado porque ya sabía lo que Caleb quería. Estaba muy nerviosa porque nunca antes había hecho algo así.
¿Y si lo hacía mal? ¿Y si lo lastimaba?
—N-no sé hacerlo —dije, una vez que estaba casi arrodillada y con su miembro muy cerca de mi rostro.
Era aterrador verlo desde esa perspectiva porque se veía grande y no sabía si me iba a caber completo. Tragué saliva, con mi mano temblorosa empecé a hacer leves movimientos a su alrededor.
—Solo no vayas a pegar los dientes y todo estará bien —recomendó, cubriendo su rostro.
¿Estaba avergonzado? ¿O mi mano le estaba causando algo?
—Bien... Haré lo que pueda.
Inhalé hondo para prepararme mentalmente y dejé salir todo el aire. Saqué mi lengua para humedecer un poco la rosada punta que parecía palpitar con esa acción.
Las piernas de Caleb se tensaron y eso solo me confirmó que lo estaba disfrutando. Introduje su miembro con lentitud dentro de mi boca, hasta donde me entró. Fue más o menos la mi