Caleb.
Después de haber tenido el encuentro con Laia, me dispuse a ir a mi oficina en la mansión porque me parecía extraño que Payton haya dado respuestas en tan poco tiempo.
Entré y ya estaban tanto Xavier como Eliezer esperándome, junto a una radio en mano. Tenían una expresión seria, y por un momento escuché la voz de Payton salir estática.
—Cuéntenme, ¿qué es lo que sucede? —cuestioné, caminando hacia el escritorio.
Me senté, dispuesto a escuchar. Primero, Eliezer me entregó la radio por donde se comunicaba con la alfa.
—Payton, ya Caleb está con nosotros —avisó el señor, con tranquilidad.
—Hasta que por fin apareces, o sea que yo me muero y tú metido en quién sabe dónde —reprochó la mujer.
Rodé los ojos.
—No seas dramática y vayamos al grano. ¿Dónde te encuentras? ¿Estás en peligro? —interrogué, con las cejas inclinadas.
—No. Estoy oculta y monté un pequeño campamento para descansar antes de continuar —resopló, sonando como si tuviera algo metido en la boca.
Por eso no me gustaba