Capitulo Veintidós

Me he vuelto adicto al dulce aroma de tu piel, a la suavidad prohibida de tus labios, al sonido de tus gemidos y a la lujuria con la que te liberas entre mis brazos.

Dominic

Le marco al celular, pero por más que lo que hago repetidas veces ella no contesta y eso me hace sentir frustrado. Odio que me ignoren de esa manera, yo únicamente quiero saber si anoche hice o no algo de lo que debes disculparme, no recuerdo haber tomado demasiado, regrese conduciendo, eso significa que estaba consiente cuando llegué ¿Entonces porque no recuerdo que sucedió después?

¡Maldición, esa niña tonta me está volviendo loco!

—¿Quiere que le sirva el desayuno, señor? —pregunta la señora López sacándome de mis pensamientos.

—No, gracias —digo al tiempo que tomo la taza de café que coloca delante de mí.

Tomo solo un sorbo que me cae pesado en el estómago por lo que dejo la taza prácticamente llena sobre la encimera de la isla y salgo del departamento, de camino me encuentro con la mucama que trajo Aten
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