Reynaldo suspiró ligeramente:
—Ahora solo la flor del inframundo y el Gusano Fénix pueden salvarla. Si Pedro logra traer las hierbas a tiempo, aún hay una gran oportunidad. Si se demora demasiado, la esperanza se desvanecerá cada vez más.
—¡Pedro! ¿Dónde diablos has ido? ¿Por qué no has regresado aún? —Irene, con el rostro bañado en lágrimas, murmuró para sí.
Ella aún no había informado a sus padres sobre esto, temiendo que no pudieran soportar el impacto.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe.
Inmediatamente después, Pedro, con el rostro cubierto de sangre, entró tambaleándose.
Se veía bastante desaliñado.
—¡Sr. Reynaldo, lo encontré! ¡He encontrado las hierbas!
Pedro levantó su camisa, sacando cuidadosamente una flor negra que emitía un brillo misterioso.
—¿Lo has encontrado?
Reynaldo miró de cerca y de inmediato su rostro se iluminó de alegría:
—¡Es la flor del inframundo! ¡Muy bien, muy bien... esto es excelente!
—¡Sr. Reynaldo! Con esta flor del inframundo, ¿Estrella podrá s