En el despacho de Andrés reinaba el silencio incómodo, Nelson no aparto ni un segundo su mirada de él, no se dejaría intimidar, no podía perder de nuevo a Vicky. Él tiene que ser suficiente para defender lo que ama, ahora llego la prueba de fuego, más sabiendo que su hija está en camino.
—¡Que pensabas, entrando a mi casa como un vulgar ladrón!
—¡Lo siento! Por entrar como un vulgar ladrón, pero no me arrepiento porque lo haría una y mil veces por mi mujer y mi hija.
—Tienes huevos muchachos, aunque no es la manera de hacerlo, estás denigrando a mi hija ¡Lo sabes!
—No era mi intención, pero no voy a permitir que me separe de ellas. Ella es mi prometida, la mujer que amo con todo mi corazón.
—Mi hija no sale de aquí a menos que sea casada. Con ser tu prometida no es suficiente, tienes que demostrarme que eres lo mejor para ella.
—Estoy dispuesto a casarme si usted me da su permiso. Solamente deme la oportunidad de demostrarle que soy su mejor opción.
—¡Bien dicho! Pero no es así