Cuando intenté pararme para poder agradecerles correctamente el dolor me atravesó con considerable fuerza, solté un grito ahogado y caí de rodillas de vuelta al suelo.
Mis muchachos me miraron y rápidamente me levantaron entre todos formando una camilla de brazos y manos.
–Llévenselo, nosotros atenderemos a sus heridos–.
Reconocí de inmediato la voz de Logan y aunque quise protestar ante su orden, mis guerreros le obedecieron y me llevaron a mi casa con cuidado de no moverme para evitar que el hueso roto perforara alguno de mis órganos.
Pude alcanzar a ver como otros 20 lobos salían de los alrededores y cada uno se aceraba a una persona tirada y empezaba a atenderla, abrí los ojos desmesuradamente cuando los vi haciendo cortes profundos en su cuerpo y acercarse a donde se encontraban las heridas de mis chicos.
Antes de que pueda entender lo que acabo de ver lleg