Capítulo XIV Caliente

Por la puerta de la tienda la cabeza del lobo se asoma. A lo que ella da un respingo.

—¡Mierda lobo! ¿Estás loco? Casi muero del susto.  Puso ambas manos en el pecho.

Ella lo escucha gemir y sonríe. Imagino que esa sería su manera de disculparse. Chantel fruncio el ceño, el pelaje del lobo estaba cubierto por nieve. Corrió un poco la tela que hacía el intento de puerta, la peli plateada se fijó que estaba nevando a montones.

—¡Rayos! Está nevando Ar… me abrigare lo más que pueda, pero será un viaje muy difícil para mí. No estoy acostumbrada a esto.

Esa mañana la joven comió un poco, le ofreció al l

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