Capítulo XXVI: Noche (Parte Dos)Josh puso la mano en la cintura baja de ella y la guio hasta su habitación.Juntos entraron y Leyna dejó la ropa sobre la cama. Luego se dio vuelta y se quedó de pie, mirando fijamente al joven Ceo, que estaba a escasos centímetros de ella y que tampoco apartaba la vista sobre las facciones de ella.Leyna no sabía cómo preguntar, pero tenía una duda atascada en el pecho, una duda que necesitaba resolver a como dé lugar, y más si ahora prácticamente conviviría con el que iba a ser su futuro marido. Ella apretó la tela de su vestido amarillo y respiró hondo, que nuevamente esa fragancia masculina inundó sus pulmones.—¿Tú y yo…? —preguntó dubitativa y se mordió el labio inferior sin apartar sus ojos azules sobre las pupilas doradas y brillosas de él—. Ya sabes… tú y yo ya hemos…Josh sonrió de lado entendiéndola de inmediato y se fijó en las pupilas dilatas de Leyna; prácticamente el negro estaba consumiendo todo el azul cielo de su iris. Eso le daba ind
Capítulo XXVII: Noche (Parte Tres)Josh saboreó los dulces labios de Leyna hasta que el aliento les faltó.La besó una y otra vez, sintiendo como todas sus piezas rotas encajaban con las de ella. Él pensó que jamás tendría suficiente de ella, por lo que el deseo y la pasión se desató. Sus manos que estaban en el rostro de Leyna, bajaron por la sexy curvatura de la espalda de ella acariciando cada parte de su cuerpo hasta que volvieron a llegar al trasero que le volvía loco.Leyna gimió en los labios de Josh, que eso solo avivó el fuego que sentía el joven Ceo en su interior, palpitando en todo su torrente sanguíneo.Josh la guio a la cama y la depositó en el suave colchón de espaldas. Él se puso sobre ella y enredó sus piernas con las de ella, mientras no la dejó de besar con tal intensidad, que no se percató de que su cuerpo grande y musculoso la estaba aprisionando, haciendo una presión leve en el brazo malo de ella.Esta vez Leyna se quejó e hizo una mueca de dolor.—Ángel lo sient
Capítulo XXVIII: Recuerdos de InfanciaJosh salió de la habitación de Leyna, directo hacia la sala de estar, para saber qué es lo tan importante que quería hablar su madre con él.Él bajó las escaleras a pasos perezosos y cruzó el vestíbulo para reunirse con Amelia.Amelia estaba sentada en el sillón, inclinada hacia delante, mientras buscaba algo en un cofre de madera que estaba sobre la mesita de centro (que poseía un vidrio grueso y trasparente). Al lado de esa cajita, había un álbum familiar abierto de cuero café y varias fotografías sueltas esparcidas encima de ese álbum.—¿Fotos familiares? —cuestionó Josh un tanto sorprendido y se agachó para tomar una fotografía que estaba en la mesita de centro de la sala de estar. La fotografía mostraba a su hermano pequeño y a él jugando al balón. Tenían tan solo diez y cuatro años.—Si, de cuando tú y Hendrik eran pequeños —respondió Amelia inmersa en buscar algo que al parecer no encontraba.Josh tomó asiento al lado de su madre, en el s
Capítulo XXIX: Hendrik (Parte Uno)Después de esa noche, Josh había comenzado a tener un gusto extraño por dormir acompañado, que ya no se hallaba cuando dormía solo en su cama de dos plazas, por lo que, cuando caía la noche, por puro instinto sus pies siempre solían dirigirse al único sitio que consideraba su lugar seguro.Desde esa noche, él ya no podía conciliar el sueño, sin estar al lado de Leyna y poder aspirar su aroma a vainilla.Por eso cada noche, Josh se ponía su pijama y se pasaba a la cama de Leyna, la abrazaba con fuerza por la cintura y así podía descansar unas horas de su escaso sueño interrumpido por todos los problemas que se estaba callando.El olor a vainilla de Leyna era lo único que lo mantenía centrado para no perder el control.Después de haberse mostrado tan vulnerable ante los ojos de ella, él agradeció internamente que los siguientes días Leyna no tocará aquel tema que lo ponía entre las cuerdas, si no que, al contrario, ella siempre, cada noche, le esperaba
Capítulo XXX: Hendrik (Parte Dos)Leyna salió de la habitación y notó el terrible silencio del pasillo.Ella dio vueltas un par de veces, sin encontrarse ni siquiera con los empleados que trabajaban en el lugar.Los días que llevaba se dio cuenta que esa ala de la mansión solía ser privada y solitaria, ya que era el lugar en donde Josh más frecuentaba. Sus pies se detuvieron en una amplia entrada de dos puertas de madera de roble. Conocía a la perfección que ese era el despacho de su prometido, porque Josh hace días le había mostrado cada parte de la hacienda. Leyna golpeó la puerta dando dos toques y al no oír respuesta, decidió pasar al despacho de Josh. Solo asomó su cabeza y vio al gran Ceo, imponente y guapo, sentado en su escritorio de roble brillante con un montón de papeles encima. El remolino de emociones se acentuó en su vientre.Él tan solo llevaba una playera blanca y un pantalón de pijama negro. Su cabello rubio castaño claro como el sol estaba desordenado y se notaba a
Capítulo XXXI: La voy a PerderLa tarde del martes llegó demasiado rápido, que Josh ni cuenta se dio, cuando Amelia ya estaba en el vestíbulo esperándole, lista y ansiosa para el reencuentro con su hijo menor. Ella le había pedido a una de sus empleadas que empacaran los dulces favoritos de Hendrik.Josh cuando la vio tan solo hizo una mueca, ya que su madre nuevamente vestía elegante con un traje de dos piezas color crema y bisutería sencilla en oro amarillo. —Cambia esa cara —le pidió Amelia luciendo una sonrisa de oreja a oreja—. Estas nuevamente como si te hubiera arrollado un tren.—Sabes lo que pienso de tus atuendos caros —dijo Josh dándole una mirada de reproche a su madre.Amelia juntó sus cejas en una V y negó con la cabeza.—No es por aparentar ni por creerme más que los demás, tan solo demuestro la clase y la elegancia que tengo y que tiene el apellido de mi difunto y amado esposo —repuso su madre—. Sabes que la gente te trata como te ve. Mi educación y mi crianza me lo e
Leyna Keller se mantenía sentada, pero con las piernas estiradas en aquella camilla de aquel hospital público. Su mirada azul carente de emociones buenas estaba fija en aquel ventanal que daba vista hacia la caótica ciudad, sin embargo, su lenguaje corporal la delataba.Su cuerpo pequeño estaba tenso y adolorido, su estómago revuelto como un remolino y sus manos frágiles y delgadas empuñaban con fuerza las sabanillas que tapaban sus piernas desnudas y llenas de moretones violáceos, mientras no dejaba de morderse el labio inferior con brío.Ella era un caos en sí misma, ya que intentaba recordar algo, aunque sea un insignificante detalle, pero nada, su mente confusa no recordaba nada de nada, era como si tuviera un lienzo totalmente en blanco del cual no había rastro de memorias ni recuerdos.Nada bueno, nada malo… solo nada. Ella no recordaba quien era ni de donde provenía, solo sabía su nombre porque el médico que la trataba se lo había dicho, lo que hacía que todo le pareciera ins
Capítulo I: Un Accidente DesafortunadoUna semana antes—¡Leyna! —gritó Hanna, la niña de diez años que estaba con su camisón rosado sentada en su cama—. ¿Qué cuento toca hoy?Leyna estaba peinando a Gretel, otra niña de seis años que pertenecía al orfanato.—Uno que amaras —Leyna le guiñó un ojo y se rio entre dientes mientras trenzaba el largo cabello rubio de la niña pequeña que abrazaba a un oso de peluche.La joven que contaba con veintiún años cumplidos trabajaba en el mismo orfanato en el cual fue criada hasta los dieciocho años.El gobierno alemán pagó su manutención desde que llegó a ese lugar a la edad de tan solo tres años y como nunca nadie la adopto, su infancia y su adolescencia la pasó entre el jardín de calas blancas y el castillo de sus sueños con grandes ventanales.Las monjas que la cuidaron eran un amor con ella, que además de criarla, también cuando fue mayor de edad y el gobierno ya no pagó más por su cuidado, la madre superiora y directora le había ofrecido trab