Capítulo treinta: Me has matado
Llevo la enorme pila de archivos hacie el escritorio de mi secretaria—. Megan, necesito que revises estos expedientes. Déjalos organizados y resalta con marcador lo que creas que nos puede ayudar en el caso Rogers…
— Tienes que estar bromeando —murmura para sí misma—. ¿Para cuándo lo necesitas?— Para ayer —respondo con un gesto serio.— Vale —resopla tomando la primera carpeta. Mi asistente puede ser muy expresiva y protestona; pero asume sus deberes con seriedad y cumple con su trabajo—. Más vale que me ponga con ello de una vez si quiero salir temprano.— Sabia decisión.— La próxima vez nos vamos nosotras de viaje y los hombres se quedan —comienza a despotricar mientras yo me alejo riendo. Debería estar acostumbrada a ella y a sus arrebatos.— Señor Stallon —saludo al susodicho en el corredor—. ¿Cómo le va?— ¡Querida Blair! —me saluda con demasiado entusiasmo—. Podría estar mejor. ¿Qué tal va todo por aquí?