46. Cristóbal sufre un accidente
— Señor, ¿sigue en la línea?
Pero no, Cristóbal Cienfuegos se había quedado mirando la fotografía con gesto destrozado.
— ¿Señor…?
— ¿Tiene la dirección de este lugar?
— Sí, pero…
— Envíemela ahora misma — y colgó, azotado por un desconcierto que, para ese momento, era más grande que él.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué tienes esa cara? — preguntó Matías al entrar al despacho. Notando en el rostro de su amigo que algo andaba mal.
Cristóbal no dijo nada, y a cambio, le mostró las fotos.
Matías se rascó la nuca.
— ¿Crees que… estén juntos?
— No lo sé, pero… — clavó las manos contra el escritorio e inhaló profundo. De pronto, se escuchó una nueva notificación.
— Te han enviado una dirección — le comunicó Matías, entregándole el aparato.
Sin ver, pues sabía de qué se trataba, Cristóbal lo tomó, se puso su saco y salió del despacho, no sin antes pedirle a su amigo que lo mantuviera informado si tenían noticias sobre el paradero de su madre.
Le tomó alrededor de cuarenta minutos llegar al lugar. Estaba