tormenta
Estefan Anderson
La tormenta no cesaba, y nosotros estábamos atrapados en su centro. Primero apareció ella, destruyendo todo a su paso. Después, ese maldito hijo de perra, Álvaro. No puedo creer que esto siga empeorando, que todo nos salga mal una y otra vez. ¿Por qué no lo encontramos? ¿Por qué ese perro se esconde tan bien? Y ahora esto...
"Quiero preguntarte algo, pero quiero que me digas la verdad", dijo Isabela, y en cuanto escuché esa frase, supe que algo no estaba bien. Perdí el control por completo al enterarme de que esa pulgosa estuvo a punto de matar a Cassandra. No podía creer que nos hubiera ocultado algo tan importante, que confiara su vida a una extraña, una loba, ¡una que nos declaró la guerra abiertamente!
La rabia me consumía, y fui dispuesto a eliminarla. Solo alcancé a lanzar un golpe cuando Cassandra apareció, débil aún por la última paliza, pero decidida a defenderla. No sé qué me paralizó más, si su agarre o el dolor que sentí al darme cuenta de que no