Capítulo 335
Los ojos de Noémi destellaron de rabia y el eco de aquella bofetada se escuchó en toda la casa mientras ella apretaba el puño porque la palma se había quedado doliéndole.

—No permitas que mi amabilidad te confunda —siseó—. A mí me falta al respeto quien me da la gana, y tú eres la última persona en
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