—¡Oye, nada de esto fue tu culpa! —murmuró Andrea quitándole la ropa despacio y recorriendo su piel con el dorso de los dedos con suavidad—. Nos salvaste de un infierno, a las dos. Deberías estar orgulloso de eso.
¿Pero cómo iba a estarlo si había pagado por la muerte de un hombre?
Zack cerró los