Aprovechando el momento
Juanne mantenía su sonrisa. Tomó la otra silla que estaba allí y la colocó justo al frente de Missie, muy cerca.
–Podría aprovecharme de este momento, estas en mi casa, en mi despacho, solo estamos tú y yo. Tú eres una hermosa mujer, yo soy sólo un hombre. ¿No supones lo que podría pasar entre tú y yo?
Missie, en forma retadora se acercó aún más a la cara de Juanne y le miró a los ojos, ella misma no sabía lo que estaba sintiendo, sólo entendía la fuerza de ese amor que la empujaba a tratar de saber y a intentar acercarse más a él para provocarlo para descubrir un poco sobre sus sentimientos.
“¿Será capaz de traicionar a la chica risueña? ¿Será capaz de aprovecharse de mi supuesta ebriedad?” Esas interrogantes daban vueltas en su cabeza.
Mientras que Juanne oía fuertes los latidos de su corazón, llegando incluso a confundirse, pues a ese punto el mismo no estaba seguro si esos latidos eran los de ella o eran los