París, es conocida como la ciudad del amor y de la luz, pero también tiene una tradición culinaria rica y variada, y su desayuno no es una excepción, y por ello, hoy Luc pensaba sorprender a Nammi con su fuerte, pues Luc no solo sabia cocinar, hubo un tiempo, en el que escogió la cocina, para refugiarse del mundo en general, y con una sonrisa en los labios, descubrió que incluso eso había cambiado Nammi, pues no estaba acudiendo a cocinar como método de escape o para refugiarse de lo que de él se decía tanto en la prensa como en sus empresas, Luc estaba allí, para consentir a su… novia falsa, quito la palabra falsa de su mente, y decidió que desde ese día, fingiría demencia, se apegaría a la mentira que le dijo a Nammi, enloquecería de ser preciso, por lo que en su mente grito lo que su corazón le pedía, Nammi era su novia y se sentía capaz de matar a quien dijera lo contrario.Al fin llego al lugar de la casa que más concurría, además de su despacho, la cocina amplia y bien equipada,
El mundo es movido por el poder y el dinero, eso lo sabe todo el mundo, al igual que todos saben que no existe familia más poderosa que los Bach, una familia que además de ser numerosa, eran multimillonarios, dueños o socios de cada empresa a nivel mundial, y quien tiene dinero, posee poder, y el poder te hace intocable, inalcanzable, dadores que brindaba su ayuda a cambio de que les debieras un favor, ni buenos ni malos, navegaban por aguas grises, a veces siendo imparciales, otras veces, inclinando la balanza a su favor, más cuando su familia estaba involucrada.La que llevaba las riendas de la familia era Lucero Bach, esposa de Eros Zabet, verlos era ver el poder y la riqueza ir de la mano, su trabajo no era fácil, tener ojos, oído, manos en todo el mundo, era algo complicado de manejar, mas cuando el pedido de ayuda, para encontrar a una persona, complicaba los lazos de amistad y parentescos que existían.— ¿Qué sucede amor? — la voz de su esposo la hizo bajar la carpeta que había
Luc no podía sacar de su mente la imagen de los relicarios que había recibido, tanto él como su hijo León. ¿Quién podría haberlos enviado? ¿Y por qué? La curiosidad y la inquietud lo consumían, y decidió que debía investigar más a fondo, a riesgo de descuidar su trabajo como dueño de la empresa, Luc se tomó un tiempo para visitar una de las joyerías más reconocidas de París. La tienda que era un establecimiento de lujo, con vitrinas llenas de joyas y relojes de alta calidad, abrió sus puertas con gusto por solo verlo bajar de su vehículo, y sin perder tiempo Luc se acercó al mostrador y sacó el relicario de su bolsillo.— Bienvenido señor Ambiorix, ¿Puedo ayudarlo en algo? — no era de extrañar que el empleado, que lo atendía supiese su nombre, más porque allí había comprado el anillo de compromiso para su ex y difunta prometida, la modelo Baggio.— buenas tardes, sí, me gustaría saber más sobre este relicario. ¿Puede decirme algo sobre su origen? — El empleado tomó el relicario y lo e
Nammi estaba sentada en el jardín con León, disfrutando del sol y la brisa fresca, cuando Máximo apareció a su lado.— León, Mimi te está buscando para que bebas tu té. — informo como un buen tío con una sonrisa tirando de sus labios, y fue allí cuando Nammi se puso ansiosa, aunque no sabía por qué.Había algo en la mirada de Máximo que la hizo sentir incómoda, más cuando este se sentó a su lado al borde del rosal, en el perfecto césped del jardín trasero.— Nammi. — la llamo con una voz suave y seductora. — ¿Alguna vez alguien te dijo lo raro y bello que es tu nombre? — la joven dejo salir un suspiro pesado, antes de verlo.— Sí, cada idiota que ha querido ligar conmigo comienza con esa frase. — rebatió de forma mordaz, meditando si debiera o no irse del lugar, el sol era agradable en su piel, no tenía ganas de irse solo por él.— ¿Y que frase uso Luc para conquistarte? — Nammi lo pensó por un segundo, sin desearlo, aun extrañándole que así sea ella le hubiese dirigido la palabra a
Nammi decidió solo alejarse de Máximo lo que más podía, por lo que decidió ingresar a la mansión por la puerta trasera, ya que el medio hermano de su novio había tomado el camino de la puerta principal, sentía que ese hombre se pavoneaba por el lugar como si fuese suyo, y no terminaba de comprender que era lo que realmente le molestaba de él, además del reciente coqueteo, se sintió mal del estómago por solo recordarlo, por lo que sin perder tiempo y luego de ingresar a la cocina, fue por un vaso de agua, pero sus ojos se detuvieron en un lugar preciso de la isla de la cocina, donde una tetera vacía aguardaba que alguien la lavara, aunque no fue la tetera en si lo que llamo su atención, sino el polvo blanco que había sobre la cobriza madera, sus pies y curiosidad la guiaron allí, mientras olfateaba a su alrededor, pensando que tal vez Mimi estaba horneando algun pastel pero, lamentablemente nada olía a pastel y aun así, aquel polvo se le hacía muy conocido a Nammi.Movida por la curios
Nammi dejo que Mimi la llevara hasta su habitación, su corazón latiendo con una velocidad que parecía que iba a explotar en cualquier momento, aun temerosa de pensar en profundidad todo lo que estaba pasando, pues, había descubierto el secreto de Mimi, y ahora se sentía atrapada en una red de mentiras y engaños, más al sentir la presencia de máximo tras suyo, que la seguía a grandes zancadas, mientras la taza de león tintinaba en su mano, y el joven pelirrojo hablaba de lo maravilloso que sería ser hermano mayor, pero Nammi no podía concentrarse en la felicidad de León, no ahora que se sentía atrapada, entre dos depredadores, como los consideraba a Mimi Y Máximo.— Creo que lo mejor es que te recuestes un momento, yo puedo ocuparme de León… — comenzó a decir la anciana.— ¡No! — rebatieron Máximo y Nammi al unísono, algo que hizo poner nerviosa a Mimi, y reír a León, y mientras Nammi pensaba que tal vez Máximo no era el idiota que ella creía que era, porque tal vez, solo tal vez, el h
León observo como los ojos de Nammi se cerraron, y con miedo movió su hombro tratando de despertarla.— Nammi. — dijo con la voz estrangulada. — Nammi. — la llamo una vez más ahora con la preocupación saliendo a flote. — Tu no te puedes morir Nammi, no puedes dejarnos como lo hizo mi mamá, o la abuela, me oyes Nammi, tú no te puedes morir.Sus manos jalaron su rojizo cabello, sin terminar de comprender si él había hecho algo, quizás y la había golpeado y ahora no lo recordaba, y fue cuando hizo puños sus manos y golpeo su cabeza, tratando de saber si solo estaba hablando con Nammi o si le había hecho algo y ahora no lo recordaba.— Papá, mi papá sabrá que hacer, ¿me oyes Nammi? Le diré a papá que venga. — aseguro mientras le abría un parpado a la joven y suspiro al ver que su ojo se movía, aunque no se despertó, por lo que de dos rápidas y agiles zancadas, llego al teléfono que había en la habitación, sabía que podía llamar a los custodios, incluso y quizás Mimi estuviera en la mansi
La incredulidad cubrió el rostro de Luc y por breves segundos, se preguntó si Nammi estaba delirando.— ¿De qué hablas? — indago entre sorprendido e incrédulo y Nammi se dijo que, si Luc no le creía, ella buscaría la forma de demostrar lo que pensaba.— Luc, yo estaba en el jardín con León, entonces Máximo llego a decirle a León que Mimi lo buscaba para su té, luego de un momento me largue del jardín e ingreso por la cocina, buscaba en que entretener mi mente, y entonces, de pronto mis ojos vieron un resto de polvo blanco en la isla, al lado de la tetera que siempre usa Mimi, mi curiosidad y el tratar de pensar en otra cosa que no fuera Máximo me llevaron…— ¿Qué? — la pregunta salió fuerte, mordaz, molesta y Nami se dijo que ya no había tiempo para grises, o era blanco o era negro, por lo que dejando salir un suspiro pesado solo lo dijo.— Máximo me coqueteo, de una forma descarada y un poco… asquerosa. — respondió la verdad y de pronto Luc estaba tan rojo como León.— ¿Qué te dijo?