Capítulo 24

Verlo con ese triste semblante me confundió mucho; no esperaba que aquel hombre que se mostraba tan serio e incorruptible fuera capaz de angustiarse por algo que no tiene nada que ver con él. Y lo más sorprendente es que eso me resulta muy encantador. Seguro me había pasado de tragos y estaba viendo cosas donde no las había.

Decidida a romper el silencio que nos envolvía, me levanto de mi lugar, dándole la espalda; doy media vuelta encarandolo, mientras le sonrió.

—Aún tenemos una apuesta pendiente —le recordé. Seguramente, si estoy fuera de mis cabales, en mi defensa pondré como excusa el alcohol, para justificar lo que estaba a punto de hacer —¿acaso lo habías olvidado? 

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