Narra Abby.
Habían pasado varios días desde que llegué de aquella manada, y en el momento que mi padre se enteró se enojó mucho al saber que había participado en la batalla contra los rogue, pues el alfa celebró a casa llena la victoria dándome todo el mérito a mí por ello. Lo que no sabía es que ese mérito me causó dolor, uno que no tiene solución, pero igual me sentí mejor cuando noté a mi padre sonreír orgulloso de mí, a pesar de que intentaba amonestarme.
Mi madre por su parte no paraba de preguntarme que me ha pasado y como siempre buscaba evasivas diciéndole que me sentía cansada.
Sentía que alguien me estaba observando, pero no podía oler la esencia ni el aroma