Me acurruqué más cerca de ella.
—Quiero que estés allí conmigo.
—Necesitas tiempo con tu hija. Y ambos sabemos que a Lena no le caigo bien.
—Significa mucho para mí. Sé que tienes tus dudas, pero quiero que veas que aún podemos hacer que esto funcione, a pesar de todo lo que ha cambiado.
—Christian…
—¿Por favor? —pregunté suavemente.
Sonaba resignada.
—Está bien.
Aunque oí la derrota en su voz, no me importó. Era lo bastante egoísta como para aceptar lo que pudiera conseguir.
—Gracias. Te prometo que valdrá la pena el próximo fin de semana.
Era algo que ya había estado considerando desde hacía tiempo. Con todos los cambios recientes, no había mejor momento que ahora para lanzarme de una vez.
Cuando Louis me dejó en el estudio de tatuajes de Tig en la Octava Avenida, me sentía con toda la energía.
La campanilla sonó al empujar la puerta. El aroma familiar de incienso de canela y tabaco me recibió. Sonaba Bob Marley de fondo. De alguna manera, estar aquí me recordaba extrañamente mis dí