CAPÍTULO 31

Fue como si todo el aire se me hubiera escapado de los pulmones con un solo golpe aplastante.

—¿Alguna vez amaste a mi madre? —pregunté.

—La amé —respondió sin dudar—. La amé profundamente.

—¿Y si Theresa no hubiera correspondido tus sentimientos?

—¿Qué es lo que realmente me estás preguntando, Lena?

—¿Habrías permanecido con mi madre si Theresa nunca te hubiera amado?

—No puedo responder eso, Lena. Las cosas no sucedieron así.

—¿Tú y mi madre fueron felices alguna vez?

—Lo fuimos. Una vez.

—Hasta que apareció Theresa.

—Esa no es una conclusión justa. La situación fue mucho más compleja que eso.

Me levanté de mi asiento.

—Nunca debí haber venido. Fue una idea terrible.

Mi padre se puso de pie también.

—Los errores no fueron tuyos, Lena. Fueron todos míos.

Sus ojos se fijaron en los míos mientras pronunciaba sus siguientes palabras, crudas y sinceras:

—Te amo.

Todo lo que había tratado de reprimir durante los últimos días estalló como una tormenta violenta. Sentía como si una ola gigan
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