Linda quedó atónita, y en su mente apareció repentinamente la imagen de su hermana menor. Su hermana era cinco años más joven que ella, pero siempre la protegía sin dudarlo, a pesar de su pequeño tamaño. Y así siguió siendo incluso cuando creció. De lo contrario, ¿cómo podría haberla empujado a un lado y haber sido ella la golpeada por el coche...
Los ojos de Linda se volvieron gradualmente rojos. Apartó a Liliana y se puso de pie, diciendo: —Voy a pedirte otra taza.
Liliana respondió:
—Gracias, tía.
Linda fue a la barra a pedir otra taza de café. Cuando regresaba, Liliana ya no estaba en su asiento.
El camarero que estaba limpiando el suelo dijo:
—Tu niña fue al baño, acaba de entrar.
Linda asintió y volvió a sentarse en su lugar. Mirando el café frente a ella, apretó en su mano el tubo de ensayo que contenía la sangre de Manuela, que tenía en el bolsillo.
No sabía si lo que estaba haciendo era correcto o incorrecto...
No muy lejos de allí...
Isabel observaba atentamente los movimie