El patio estaba lleno de basura y algunas cosas sucias y repugnantes, y apenas bajar del auto se podía oler un hedor nauseabundo.
Ximena se tapó la nariz y miró hacia la ventana de piso a techo destrozada y los guardias de seguridad con heridas en sus rostros parados en la puerta.
Se acercó a los guardias y les dijo:
—Esta noche, vayan a casa, descansen bien y tomen una ducha. Han trabajado duro en este tiempo.
Uno de los guardias respondió:
—Señorita Pérez, ya hemos contactado al personal de limpieza. Estarán aquí pronto.
Ximena asintió y dijo:
—Bien, gracias.
Después de decir eso, Ximena entró a la casa.
Al escuchar su voz, Simona y Selene bajaron corriendo las escaleras.
Al ver a Ximena, Simona instantáneamente se llenó de lágrimas.
—Xime...
Simona corrió hacia Ximena y la abrazó.
—¡Vi las noticias! ¡Xime, esa maldita Manuela finalmente recibió su merecido!
Ximena le dio palmaditas en la espalda a Simona para calmarla.
—Estos últimos días han sido aterradores, ¿verdad?
Simona n