La Doctora Cubillos asintió y se acercó a Alejandro para medir su temperatura con un termómetro de frente. En ese momento, la temperatura corporal de Alejandro ya había alcanzado los cuarenta grados.
La doctora Cubillos frunció el ceño y sugirió:
—Sería mejor administrar una inyección para bajar la fiebre más rápido.
Ximena negó con la cabeza y dijo:
—No es necesario, por favor, dame los medicamentos que pueda tomar.
Ximena sabía que Alejandro no toleraba las inyecciones. En una ocasión, cuando se desmayó por fiebre, un médico vino a darle una inyección, pero Alejandro la retiró cuando recuperó el conocimiento.
La doctora Cubillos preguntó:
—¿Necesita que atienda la herida?
Ximena preguntó:
—¿Necesita puntos?
La doctora Cubillos negó con la cabeza y dijo:
—No, no es necesario llegar a ese punto.— Luego sacó algunos medicamentos de su maletín y explicó: —Este es un medicamento para reducir la fiebre, se puede tomar incluso después de beber alcohol. Debe tomarlo cada cuatro horas ha