Liliana respondió sin pensarlo:
—¡Eso no es posible! ¡Hay tanto dulce, no puede ser que de repente ya no haya!
Zacarías respondió:
—Entonces, piensa en esto: si simplemente le dijéramos al señor Manuel que no íbamos a encontrar a nadie sin hacer nada, ¿crees que él nos creería?
Al escuchar las palabras de Zacarías, Liliana tuvo una revelación.
Porque Manuel no podía ver estas cosas, solo llevando a cabo todo el proceso, él llegaría a creer completamente.
Liliana, sintiéndose culpable, dijo:
—Lo siento, Zacarías, no lo había entendido.
—No te preocupes—dijo Zacarías, —estas cosas las volverás a enfrentar en el futuro, y la próxima vez será más fácil con esta experiencia.
Después de hablar unas cuantas frases más con Zacarías, Liliana colgó el teléfono.
Ximena la llevó a asearse y luego se acostaron juntas en la cama.
Ximena abrazó el cuerpo suave y pequeño de Liliana y le dio palmaditas en la espalda:
—Liliana, ¿cuánto tiempo podrás quedarte en casa esta vez?
—No lo sé, mamá,— respo