Aunque tenía muchísimas ganas de casarme y tener hijos, tanto por los buenos genes que quería para mi bebé como para evitar problemas más adelante, sabía que tenía que tomarme mi tiempo y elegir bien.Necesitaba a alguien inteligente, con buena cara, principios sólidos y que estuviera completamente metido en su vida laboral.
Quería que lo nuestro fuera una sociedad.
Un matrimonio por conveniencia. Un simple negocio.
Y encontrar algo así no era nada fácil.
Estuve varios días buscando, pero no aparecía nadie que encajara.
Justo cuando Mila volvió de vacaciones, se me prendió el foco.
—¿En tu empresa hay algún hombre súper inteligente, que se vea bien, que solo piense en la arqueología, que vea el matrimonio como una molestia, que no quiera pareja pero que igual tenga que casarse?
Mila retrocedió un poco, volteó y preguntó:
—¿Y esa pregunta tan rara?
—Quiero encontrar a alguien para casarme y tener un hijo cuanto antes.
Mila se quedó paralizada por un momento, luego se paró de golpe.
—¿¡Te