Es de madrugada cuando cierro la puerta de la habitación mientras nos comemos a besos. —Tendríamos que habernos ido a un hotel para no tener que ser silenciosos. — Comento sobre sus labios y le echo seguro a la puerta.
Su risa silenciosa me contagia —Podemos soportarlo un poco más...— Explica y vuelve a besarme para que mientras lo hace llevar sus manos a los hombros de mi americana y quitármela.
—Quiero que nos casemos pronto. — Le informo aferrado a su cintura cuando ya mi americana está en el suelo. Le pego más a mí y comienzo a besar su cuello.
—¿Sí? ¿Y cuál es la prisa amor? — Cuestiona a medida que va inmiscuyendo sus manos en mi pantalón para ir quitando la camisa.
Sus manos me ponen muy nervioso, pero no me quedo atrás y voy bajando la cremallera de su deslumbrante vestido. —Quiero que tú, Mia, y y