Capítulo 1

El inicio (hace 2 años )

Luca 25 años

Mi padre me dijo ¨no pierdas la cabeza por una mujer con piernas sexy, follatela y después déjala esas no valen la pena¨ jodida m****a que tenía razón, había conocido a una mujer, la hija del tío de Sergei Petrov el único amigo que tenía y también miembro de la triada, me había gustado y estaba dispuesto a casarme con ella, para cumplir con una promesa que mi padre hizo con Alexei.

Hasta que la muy zorra me engaño, la había encontrado con uno de los hombres de su padre, intentaba explicarme que solo había sucedido una vez, pero sabía que no era así, después hable con Alexei para hacerle saber que no me casaría con su hija, jurándole que nunca la toque, en la famiglia habían costumbres que no se podían cambiar, ser virgen o por lo menos aparentar ser una mujer pudiente y recatada ayudaba, pero Jelena no lo hizo.

Nuestros padres se reunieron y decidieron que nuestro compromiso estaba cancelado, corte todo lazo con Jelena. Estaba en las vegas donde la Bratva gobernaba y decide poner aprueba la muy conocida frase "lo que pasa en las vegas, se queda en las vegas" no estaba dolido, para nada; Dios sabía que no tenía ningún sentimiento por la mujer, pero la verdad es que me sentía bien liberado de una promesa que yo no había hecho, pero que estaba dispuesto a cumplir.

Llegue a uno de los antros de Sergei, disfrute mucho la noche bebí y folle, cuando di por terminada mi noche iba casi borracho, algo que no sucedía desde los 16 años, me apoyo en una  pared al final de la calle, respiro la fría noche de la ciudad del pecado, pensaba en llamar a Sergei o a mi segundo al mando Marcus para que me recogieran.

Empiezo a caminar cuando un cuerpo con olor a jazmín y lavanda choca conmigo, provocando que cayéramos de culo al piso yo encima del cuerpo de la mujer.

- ¡Joder ¿ es que no ves donde caminas?! -grito con la voz cortada y la cabeza bien metida en el gueco de su cuello.

-¡Dios mío! lo siento mucho, no ponía atención en el camino - Dios era la voz más bella que había escuchado y su olor joder... era una tentación - Disculpa me estas aplastando, será que te puedes mover por favor - mierda que senos más firme podía sentirlos a través de mi camisa merda... iba a empezar a ponerme duro.

-Tierra llamando a hombre encima de una chica ¡auch! -exclama cuando me apoyo en mis codos y poder levantarme de encima de ella, me logro sentar a un lado - ¿estas bien? ¿te has lastimado?

- Creo que esas preguntas te las tendría que hacer a ti ¿no crees?

- Supongo que sí - se encoge de hombros como si no fuera nada diablos.... intento ponerme de pie, pero no lo consigo.

Al final ella termina ayudándome,  ya en mi estatura logro verla atreves de mis ojos desenfocados; es una mujer un delgada, demasiado para mi gusto, va con un vestido largo blanco con flores celestes hasta la mitad de su pantorrilla, parece de esas mierdas tipo princesa, hay unos tacones blancos en el suelo supongo que son suyos, no es tan pequeña sin ellos,  logra llegarme hasta la barbilla y esto que yo mido un metro 1.90.

Tiene rasgos elegantes y finos, sus movimientos son delicados y casi perfectos, pero lo que me llama más la atención aparte de su cuerpo de diosa, son sus ojos... no había visto unos ojos tan vacíos y tristes en la vida, quizás en mi padre después de la muerte de mi madre, pero sus ojos...  hablan de una lucha constante por la vida, una lucha constante por levantarse un día más ¿Quién diablos es esta mujer y porque parece que quiere morirse en cualquier momento?

- Dime diosa ¿estas bien? - la pregunta sale de mis labios antes de detenerla. 

¿Diosa? - frunce el ceño - mmm amigo creo que te goleaste mucho la cabeza -baja su cabeza con una sonrisa de incredulidad - y si estoy bien, déjame ayudarte ¿Por qué no te sientas un rato? déjame... uhmm ¿buscar agua? -busca a su alrededor y al ver al otro lado de la calle una tienda de convivencia se apresura a cruzar la calle; no sin antes decirme que me quede donde estoy; vaya que mujer tan... hermosa y exquisita pero también tan triste y sola ¿Quién era? y ¿Qué hacía caminado sola por estas calles? 

La veo regresar con dos botellas de agua.

- Listo acá tienes - me tiende una botella de agua - toma poco, espero que con esto te sientas mejor.

- Sabes que no estoy tan ebrio ¿verdad?

- Lo sé, pero es mejor prevenir que lamentar - me regala una pequeña sonrisa. 

-Dime diosa ¿Qué hacías caminado sola por estas calles? -veo como se queda observándome y juro por Dios que veo como sus ojos se suavizan un poco, pero sucede tan rápido que pensaría que lo imagine, me mira con un poco de curiosidad, mientras mis ojos viajan otra vez por su cuerpo, al regresar mis ojos a su rostro vuelvo a hablar - y bien me vas a decir... diosa.

- No me digas así, no soy una diosa - dice mientras esas hermosas mejillas toman un poco de color - acabo de salir de un bar de por aquí con unas conocidas, pero esto de las fiestas no es lo mío -mira hacia un bar de buena vista y se por los detalles que le pertenece a Sergei interesante...

- Entonces dime ¿Cómo te llamo diosa?

- Diana y ¿el tuyo es?

- Luca -Le doy mi mano y ella me da la suya,  levanto su mano y dejo un beso en el dorso de su mano, un extraño estremecimiento nos recorre y al parecer a ella le sucede lo mismo, al ver como se pone la piel eriza y ver que esos ojos antes vacíos se iluminan con una pequeña luz.

- Déjame llevarte a tu hotel o donde vivas, me gustaría asegurarme que llegues sana y salva -se ríe de mí y baja la mirada, es una chica algo tímida es lo que he visto, es una dulzura.

-Gracias - dice - te tomo la palabra, la verdad estaba pensando en buscar un hotel, si te parece me gustaría ir al monte Carlos por favor.

- Vaya justo el hotel donde me hospedo -voy a disfrutar de esta belleza - bueno entonces está arreglado entonces, vamos diosa Diana -observo como mira mi mano y se ríe por mi comentario antes de tomar mi mano, entrelazo nuestras manos que encajan tan malditamente bien, así que le doy un apretón un momento antes de soltarla y poder llamar a Marcus para que mande a un chofer, en el camino le voy sacando alguna que otra sonrisita y un sonrojo.

10 minutos después estamos en la entrada del hotel, ella toma mi mano cuando se la ofrezco, la miro caminar hasta recepción donde habla un momento con el hombre que la observa con grandes ojos pedazo de m****a observado a mi diosa. Le entrega una tarjeta con el número de su habitación, se da la vuelta y la acompaño hasta los ascensores, al llegar a nuestro destino  la dejo en la entrada de su habitación,  pero se da la vuelta para mirarme por un momento antes de bajar su mirada a nuestros pies.

-Gracias por traerme y acompañarme Luca, ha sido un placer conocerte -en ningún momento sus ojos volvieron a los míos y eso no me gusta demasiado, así que tomo su bello rostro con mis manos y disfruto de la sensación de su piel cálida y suave en contraste con mi manos callosas y llenas de sangre; veo como cierra sus ojos disfrutando de mi toque.

- Gracias a ti por ayudarme y dejarme traerte hasta aquí - bajo mi rostro hasta que respiramos el mismo aire - dime diosa ¿podría robarte un beso? -clo veo, veo el momento en que los ojos de mi diosa cobran vida y eso es lo que me motiva a pegar mi boca a la suya, tomándola por sorpresa y haciendo que gima en mis labios, y es el mejor beso que haya dado en mi vida, con una mujer que no conocía y tal vez nunca volvería a ver, una mujer con muchos secretos, una mujer que más tarde se volvería mi jodida perdición...

- Luca -gime mi nombre... mi maldito nombre y nunca había escuchado algo tan bello y erótico como mi nombre en esa bella boca de diosa, se aleja de mí y observo ese destello de vida en sus ojos nuevamente, pero quiero más y necesito más.

Al parecer ella también lo desea,  así pues abro la puerta, levanto a mi diosa para que se enrede en mi cuerpo y cierro la puerta de una patada. Lo último que recuerdo es follar con ella hasta que caímos rendidos en un sueño relajado, con ella en mis brazos y joder que no disfrute de ese cuerpo.

Pero cuando abro los ojos esperando ver a mi diosa, lo único que encuentro es una cama vacía, unas bragas de encaje negro hechas pedazos  y una mancha de sangre en las sábanas blancas y en mi polla, joder... la puta que me pario, mi diosa, mi diosa era virgen.

Con mucha más razón tengo que encontrarla y hacerla mía, porque esa mujer iba a hacer mía, mía para cuidar, mía para follar de todas las maneras posibles, mía para ser mi reina, mía para ser mi esposa, mía para ser la madre de mis hijos, mía para poder amarla y cuidarla... simplemente mía ese fue el primer pensamiento y el único ¡MIA!

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