—¿Me dejarás hablar con él entonces? — no hice el intento de soltarme de su agarre, aunque sí deseo darle una buena patada en los huevos.
—¿Piensa escapar, Srta. Preston? — fue directo al grano, tan tranquilo que no supe qué responder de momento.
—Y si así fuera el caso, ¿qué con eso? — trato de liberarme, pero me sujeta firme y me presiona contra la pared—. Una persona no debe ser retenida contra su voluntad y de sobra lo sabes. Mi padre está abusando de su poder.
—Tu padre, niña, te está protegiendo — acerca su rostro al mío y ladea una sonrisa que no me agrada ni un poco—. ¿Qué hay con esa expresión? ¿Estás sorprendida? ¿No querías una explicación? Pues ahí la tienes y tendrás que conformarte con ello.
—¿De qué me está protegiendo exactamente? ¡Si es que no le importó dejarme en manos de un completo desconocido que se la vive a mi sombra día y noche! — lo desafío —. ¿Sabes? Contigo estoy más expuesta que con cualquier otra persona. De quien debería protegerme es de ti.
—Creo que se