”¿Acaso quieres que incumpla el contrato?”, dijo Fern.
“¿Te preocupas por tener que pagar una fortuna si incumples con el contrato? Estoy dispuesto a pagar diez veces lo que valga, no me importa. Te liberaré de tu trabajo”.
Repleta de ansiedad, Fern lo empujó con fuerza y le habló con una expresión fría en el rostro: “Sé que eres rico, pero no puedes interferir con mi trabajo. Puedo acceder a vaciar mi agenda con más frecuencia para poder volver a casa y pasar más tiempo con Rue”. En verdad, ella también extrañaba mucho a su hija, pero quería evitar a Eugene lo más que pudiera. Si él ponía sus manos en su contrato, temía no poder conseguir muchos papeles en películas en el futuro, y no se atrevía a imaginarse el tener que quedarse en casa con él todos los días.
Eugene le levantó la barbilla con sus dedos bien definidos, entrecerró los ojos y la miró fijamente. "¿Acaso estás usando a nuestra hija como ficha para negociar?", preguntó. ¡¿Cómo podía ser tan descarada?! ¡Esa era su hij