"Pero... me siento mal por lo que pasó". Después de todo, ella había visto el coche rodar cuesta abajo y explotar.

"Tal vez... este era su destino". Simon ya no sabía cómo consolarla.

Simon la acompañó mientras esperaban a los rescatistas. El peor escenario era que encontraran los restos carbonizados de Quincy en el coche.

Cada minuto era un tormento.

Finalmente, las noticias llegaron desde abajo. Los hombres de Dayton subieron corriendo mientras jadeaban para informar: "Joven Amo, no hemos encontrado a la señorita Quincy. No hay ningún cuerpo quemado en el coche".

Dayton se animó de inmediato. Tomó a su subordinado por el cuello, apretó los dientes y preguntó con voz profunda y urgente: "¿Qué quieres decir? ¿No la has encontrado?".

El hombre jadeó. Dayton lo soltó y lo dejó recuperar un poco el aliento: "Sí... No la hemos encontrado".

Las pupilas de Dayton se encogieron de pronto. "Entonces, ¿dónde está? ¿Dónde ha ido?" Sus ojos brillaban con esperanza. ¿Podría estar aún viva?