Capítulo 02

Mia.

Una, dos, tres veces golpeo la cabeza contra la pared.

Vicky ya se ha ido con sus compañeros del equipo de natación y solo quedo yo, lamentando mi posición y el dolor de cabeza que me acaba de dar.

¿Quién en su sano juicio abraza de esa forma al profesor de matemáticas? Peor aún, ¿Quien en su sano juicio va en búsqueda del cuaderno prohibido y termina dando consejos que ve en los memes del facebook? Porque bien estuvo el momento y la frase pero no creo que a Erior, digo, digo... Al profesor cuando se le pase todo el mal de sufrimiento que tiene no le va a agradar en nada que su alumna lo consuele.

—Vaya bocota que tengo.

Doy un respingón cuando veo el chichón que me he creado en mitad de la frente y suspiro. Debería de estar en casa preparando la cena pero se me ha ido el tiempo volando con este problema, como el profe vea lo que escribí segurito soy expulsada sin derecho a defenderme.

—Niña, ¿ya vas a salir?

La conserje se para en medio del baño con los brazos en jarra, está cansada y ojerosa, parece que quiere irse ya mismo y yo soy un estorbo por no dejarla realizar su trabajo para que pueda retirarse.

—Sí, sí, haga lo suyo.

Salgo tan rápido como puedo, por suerte la residencia donde me hospedo hace un buen tiempo no está tan lejos. Para cuando son las seis de la tarde ya estoy pisando el pórtico. Abro y subo las escaleras con agilidad, llego a mi piso y creo estar en la gloria al final podre darme un baño caliente y una buena masturbada para calmar los nervios.

Entro y dejo caer todo. Luego lo arreglo, por el momento solo quiero matar la tensión y deshacerme del maldito dolor de cabeza. Dejo que la tina se llene y aplico el jabón líquido con olor a uva sobre el agua, me quito la ropa y observo a la chica dentro del espejo.

—Qué asco... —Digo, al ver mi reflejo.

El cabello negro corto cae por sobre mis hombros con salvajismo, mi rostro se ve brilloso por el sudor y la pintura de labios se ha regado un poco, quizás en algún momento limpie el sudor con una manga o qué sé yo. Por suerte mis pechos están firmes y duros, muy duros; de tan solo imaginar lo que se aproxima.

Entro al agua tibia y me dejo caer. Cierro los ojos, recordando el rostro de Erior por la mañana, ese que tenía una expresión aburrida al verme despertar en su clase. Procedo a meter la mano en el agua y a frotar con lentitud, me gusta sentir que es él quien practica conmigo usando una falsa inocencia.

Acelero un poco cuando comienzo a sentir que sube la temperatura hasta mis senos, tomo uno de ellos con mi mano libre y lo masajeo. Empiezo a sentir el calor expandirse y entonces sale el primer jadeo, muevo más rápido los dedos alrededor del clítoris y hundo uno, sintiendo que necesito más y más...

"—Quiero morder esos pezones —susurra a centímetros, mientras sigue jugando con sus dedos dentro de mí— Pasarte mi lengua entera por todo el cuerpo y hacer que te humedezcas más —gimo porque hunde un dedo más y con fuerza penetra, luego va descendiendo y nuevamente sube con fuerza —Córrete para mí, Mia"

No puedo contenerlo ni un minuto más y me corro. Suspiro y abro con lentitud los ojos, el techo se un tanto borroso, relamo mis labios resecos y siento un alivio y pesadez a la vez. Las piernas me tiemblan y siento cierto hormigueo en el vientre que hace que suelte una pequeña risa.

Si el profesor supiera tan siquiera que deseo que me lo haga con fuerza contra el escritorio, estoy segura que estaría expulsada y con posible cita para el psicólogo.

Un momento... ¡Maldición el cuaderno! 

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