Capítulo XLV Hasta en el peor momento, hay esperanza.
Martin.

Estaba de nuevo allí en ese coche, aun oí el golpe, y el metal retorcerse, los gritos de mis padres, y mi madre gritar mi nombre. Yo también grité no quería estar asustado, mi padre me había dicho que debía ser fuerte porque cuando él no estuviera, yo debía proteger a mi madre, solía decirme siempre cosas como esa, que yo sería grande, que conocería una mujer maravillosa como mi madre, y que me enamoraría, y que como hombre siempre, siempre debía proteger a mis seres queridos.

Pero en este momento, eso no sucedía, el coche se detuvo después de girar y girar, sabía que algo nos había golpeado, pero para ser sincero yo no había visto nada, que nos golpeara al menos de mi asiento.

Después de tanto ruido todo quedó en silencio, no sentía nada ni dolor ni nada, solo la sensación de irrealidad que causa un suceso así, el cree que eso no estaba pasando, con cuatro años, era aún peor, era como estar en una película, una película de terror me encontraba boca abajo, atado aun a mi s
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