Unos besos en mis mejillas son la razón de mi despertar. Una gran sonrisa se abre paso por mi cara y unos labios dejan un suave beso en los míos.
Cuándo nos separamos alzo la cabeza y abro mis ojos para poder apreciar la imagen de mi motero de ojos ónix recién levantado. Su pelo está hecho un nido de pájaros, sus mejillas están rojas y sus ojos brillan como nunca. Se ve guapísimo.
Y es solo mío.
Sonrió aún más con ese pensamiento y acaricio su pecho con mi nariz.
–Buenos días muñeca–. Me saludo con la voz ronca por haberse levantado a penas.
–Buenos días motero–. Contesté de la misma manera, mis manos acariciaron su torso y me topé con una superficie distinta. Bajé la mirada y la regresé con una ceja alzada– ¿Dormiste con el chaleco puesto?– Pregunté divertida a