No había vuelto a hablar con él desde la noche anterior, pero aun así no podía dejar de sentir aquellas mariposas en el estómago al pensar en él, en sus palabras, en sus besos, y en las ganas que tenía de volver a verle.
Oscar entró en la habitación, con la pierna escayolada, él había salido mucho mejor parado que mi madre, seguido de Juan.
No tenía como volver a casa, pero cogería un taxi, lo tenía muy claro, pero al salir por la puerta me encontré con