Me fui a casa en cuanto llegaron mis abuelos para hacerme el relevo, justo después de que le dieran la habitación a mi madre y la moviesen allí.
Estaba exhausta, lo único que quería hacer era llegar y descansar, pues no había podido pegar ojo en toda la maldita noche.
Pablo me esperaba en la puerta del hospital, para llevarme a casa, y no me quejé, no quería hacerlo, estaba cansada de pelear, de luchar, de alejarle, estaba tan cansada…
No hablamos durante todo el camino, y se lo agradecí, me veía incapaz de pronunciar palabra. Y después de eso entró conmigo en casa, y me ayudó a recogerla un poco.