Desayunamos cada uno en nuestra habitación, nos preparamos, recogimos nuestras cosas y nos encontrábamos en el recibidor. Me sentía demasiado estúpida como para mantenerle la mirada, así que simplemente le evitaba todo el tiempo.
El chófer nos llevó al aeródromo y de ahí nos subimos a su jet privado. Ninguno de los dos dijo nada en todo el camino, era un silencio realmente incómodo.
Tardamos un poco más de 11 horas en llegar a España, yo estaba realmente cansada y tan sólo quería llegar a casa. Llegamos a las tres de la tarde, hora española.
El coche condujo hacia mi casa, y justo antes de bajarme él habló, era lo primero que me decía desde la noche anterior.