Comenzamos a andar. Cruzamos la sala y nos adentramos en un pasillo con el color de sus paredes un poco psicodélico; va pasando del blanco al rosa, del rosa al rojo, del rojo al morado, a medida que vamos avanzando se oscurecen los colores, hasta llegar al negro.
El pasillo termina y llegamos a una puerta de madera vieja. Tiene un gran cerrojo en medio, parece una puerta de una mazmorra medieval.
Mareck abre la puerta para que entren sus invitados, busco el techo y está sobre unos tres metros de altura.
Entramos en fila, veo cómo sus invitados se dividen en cuatro grupos. Yurik me lleva de la mano y vemos a la primera chica.
—Mírala, está atada a una cruz de San Andrés, se atan las manos y los pies a los extremos —dice Yurik señalando con la mano hacia ella.
—No quiero ver esto, vámonos a otro sitio.
—Más tarde nos iremos, pero primero aprende.
Lleg