Capítulo 47. Desolación
La taza de café cayó de las manos de Theo, rompiéndose en varios pedazos al estrellarse. Miró cada pieza de la porcelana rota en el piso y el café derramado sobre la alfombra.
—Theo. ¿Estás bien? —preguntó Apolo. El hombre se puso de pie y se acercó a su amigo.
Theodoros seguía estático, viendo el desastre que había ocasionado. Su rostro estaba pálido como el papel.
—¡Theodoros! —gritó Apolo, sacudiendo su hombro para llamar su atención; sin embargo, Theo no reaccionaba y su color cada vez iba siendo más pálido—. ¡Respira! Theo, ¡respira! —le ordenó.
Apolo se apartó, corrió al minibar y sirvió un vaso de whisky. Volvió junto a Theo, colocando el vaso en sus labios.
—Bebe —pidió, obligando a Theo a probar el licor.
El líquido ambarino quemó la garganta de Theo y calentó su estómago, que de repente se sintió frío.
—Penélope —susurró. Theodoros buscó la silla para sentarse. Sus piernas habían perdido la fuerza. Él no podía explicar las sensaciones y la angustia que le llegó de golpe.
—Di