Todos se quedaron completamente en silencio ante las últimas preguntas del capitán Alonzo D’Anca. Él los observó detenidamente uno a uno, como si tratara de escudriñar en lo profundo de sus pensamientos. Hasta que habló Nickólas.
—Mi hija no tiene enemigos y en mi caso solo tengo competidores comerciales, pero ninguno sería capaz de atentar contra mi familia. El hecho de que seamos rivales en los negocios no significa que trascendamos