64. Felicidad empañada
Más meses pasaron y nada parecía nublar la felicidad del matrimonio Casablanca, y es que desde que las cosas tomaron su curso, nada empañaba aquel amor que cada crecía y crecía más.
El embarazo de Gala, aunque no fue del todo saludable y al principio tuvo sus complicaciones, ambos lo supieron sobrellevar, y con la increíble dedicación que daba Ramsés a su amada esposa, ella parecía no necesitar más.
— No puedo pasar todo el día en cama, Ramsés. Estoy embarazada, no enferma.
Él se ajustaba la hebilla del cinturón cuando escuchó las dulces quejas de su esposa, y se giró con una media sonrisa hacia ella.
— Estás a nada de traer a nuestro hijo al mundo, mujer, ¿no puedes mantenerte quieta lo que resta de estos meses?
— Quieta es lo último que voy a estar si no me dejas salir de aquí — se quejó, haciendo un pequeño puchero, mientras intentaba salir fuera de la cama con la ayuda de su esposa. Su barriga ya era de siete meses. Ni muy grande, ni muy pequeña. Era el tamaño perfecto —. Los inver