17. Gala ahora es quien rechaza a Ramsés
— Señora, no tiene que hacer esto. Hablaré con Ramsés. ¡Lo que está haciendo es incorrecto! ¡Es inhumano! ¡Jamás lo vi ponerse así! — insistió María, en serio preocupada por la reacción del dueño de todo aquello que las rodeaba.
Pero Gala negó con una sonrisa triste y se detuvo a mitad de camino.
— María, no hagas nada, por favor — le suplicó, cansada.
— Pero…
— Y por favor, es hora de que comiences a llamarme Gala. Yo… ya no soy la señora de esta casa.
Que dijese aquella barbaridad rompió el corazón de María, y tomó sus manos entre las suyas.
— No mereces esto, muchacha. ¡Ramsés debe saber que… tú lo cuidaste! ¡Qué tú…!
— Basta, María. Ramsés no necesita saber nada. Lo que hice fue de forma genuina y sin interés —ahora era María la que negaba, pero, por esa vez, guardó silencio —. Mejor muéstrame qué es lo que debo hacer.
Durante los siguientes minutos. María le indicó a detalle todo, absorbida por la tristeza y la inconformidad. No es que aquello fuese un trabajo menospreciado, pero