13. La señora Casablanca
— La señora no quiso bajar a comer — respondió María después de que Ramsés hubiera preguntado por su esposa, y se lo quedó mirando como esperando a que este dijera algo.
— ¿Qué? ¿Por qué me miras así?
— ¿No piensas hacer nada?
— ¿Hacer nada de qué? ¿De qué hablas?
María exhaló y colocó cuidadosamente una mano sobre la mesa del desayunador.
— Sé que ordenaste bien temprano que recogieran los alimentos de la noche anterior. No solo no cenaste con ella, la dejaste plantada. Esa pobre muchacha debe sentirte tan abochornada.
— Si crees que por eso ha decidido no bajar a desayunar, te equivocas.
— Entonces sabes lo que le pasa.
— María… — advirtió Ramsés con voz cansada.
— María nada. He visto la forma en como la tratas y te lo repito, ella no es culpable de nada. Es inocente. Ella no tiene que pagar por lo que esa mujer…
— Buenos días — de repente la voz de Gala llenó el desayunar.
Ramsés alzó la vista y se le cortó el aliento en cuanto la vio bajo el umbral de la puerta. Su joven esposa es