Vemos cómo bajan todos nuestros hombres de uno de los microbuses y se dirigen hacia nosotras sonrientes.
—Chicas —dice Jacking—, ¿listas? Amor, ven, déjame ayudarte. ¿Quieres que te cargue? —No, amor, puedo sola. Dame la mano —le digo enseguida—. ¡No sé por qué tuviste que hacerme tres cachorros! ¿No podía ser uno solo? —Ven, linda, ya te queda poco —me dice con cariño—. Ahorita andarán corriendo detrás de nosotros. —Amor, ¿por qué no me dijiste que el embarazo dura cinco meses? —pregunto mientras camino hacia el autobús. —Pensé que lo sabías, linda —contesta, atento a lo que hago—. Cuidado con el escalón, amor, no te vayas a caer. Jack me lleva del brazo con delicadeza, como si tuviera miedo de que cualqui